Durante los primeros 6 meses de vida, la leche materna es indudablemente el mejor alimento. Los bebés menores de 6 meses no deben recibir otra cosa que no sea leche; ni siquiera agua. En el caso de que el bebé no sea amamantado y no se cuente con banco de leche humana disponible, la opción es ofrecerle leche de fórmula.
Aproximadamente, a partir de los 6 meses comienza la alimentación complementaria. La alimentación en esta etapa es un mundo de sensaciones, de exploración. No es necesario que el bebé coma determinada cantidad de comida; si es importante que toque, sienta, huela, se embadurne la cara y las manos, escuche el sonido de los alimentos al ser estrujados y que comparta el momento de la mesa con su familia. Este es un tiempo de experimentación sensorial y nuestra responsabilidad como adultos reside simplemente en ofrecer alimentos simples, saludables y adaptados a cada edad; y, sobre todo, en dar el ejemplo.
Hay bebés que desde su primer día en la alimentación complementaria comen grandes cantidades de alimentos; y otros que pasan meses desmenuzando las preparaciones, cual detectives, hasta que un día se la llevan a la boca. Lo importante es que no hay que desesperarse: la leche materna o de fórmula será el principal alimento durante todo el primer año de vida.
Pasado el año, ocurre una explosión de habilidades en el bebé. Se desplaza, llega a lugares que antes no llegaba, dice palabras e imita acciones cotidianas. Todo esto puede hacer que pierda el interés en explorar el alimento y no quiera estar sentado en la mesa a la hora de la comida. Sí, esto también es totalmente normal: su necesidad en ese momento es el movimiento.
Se sugiere seguir ofreciendo alimentos simples y variados para no caer en los típicos alimentos que suelen preferir, como la papa, los fideos, la banana y el arroz… el famoso “todo blanco” ¿Por qué? Porque estos tienen muchas calorías en poco espacio. Es importante que, a pesar de que surja esa preferencia, sigamos ofreciendo variedad y no tengamos en casa opciones poco saludables como jugos, postres y galletitas.
No podemos obligar a nadie a comer. A nuestros hijos tampoco. Sí podemos acompañar con paciencia estos momentos de desarrollo, dando siempre el ejemplo.
Sabrina Critzmann Médica Pediatra y mamá.
Se formó en la Universidad de Buenos Aires, Argentina (UBA)
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GUIA DE LOS NIÑOS
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